Revista Nosotras – Diario ABC Color, abril 2016
Llegó puntualmente a la cita prevista, esbozando una sonrisa familiar llena de entusiasmo. Con carácter pacífico y llena de jovialidad, Yennifer Brítez Celano (38) posó para las fotos en medio de una alegría contenida. Pronto, las anécdotas se abrieron camino entre charla y charla, y más risas descomprimieron el ambiente.
Fanática guaireña –como ella misma se define– Yenni, como la llaman sus allegados, es la cabeza y el alma del sello AO “Ao Po’i Raity”. Encaminada hacia la revalorización de los bordados a mano autóctonos del suelo guaraní, la empresa, con sede en Villarrica, opera en varios puntos de Asunción y se expande rápidamente al mercado internacional. Altamente apreciadas por su singular calidad que redime lo natural, ensalzando a su paso las costumbres y la cultura, las creaciones se fusionan con lo actual y moderno para dar vida a un nuevo significado dentro de la indumentaria artesanal del Paraguay.
Con varios reconocimientos en su haber, Yenni cuenta cómo nació la marca, la prosperidad que ha alcanzado tanto en términos locales como internacionales, además de compartir sus desafíos para este año.
¿Cómo se inició tu inclinación hacia la moda y el diseño?
Poco antes de finalizar el colegio, conversé con mis padres sobre mi futuro en la universidad; les dije que me interesaba estudiar Corte y Confección, Diseño o Pintura. Uno de mis hobbys era la pintura; me encantaba. Pintaba con lápices de colores y, luego, mandaba encuadrar. Pero además, como toda niña, la moda siempre me atrajo. Tengo la facilidad de ver los detalles de las prendas, cómo está confeccionada y la calidad de la tela. Recuerdo que me aconsejaron analizar detenidamente la decisión que estaba tomando y me aclararon que desconocían las oportunidades laborales que me esperaban si ponía en marcha mis planes. Empecé a buscar otra opción y, como siempre tuve facilidad con las matemáticas, me incliné hacia una carrera enfocada en los números; decidí estudiar Economía. Posteriormente, me aboqué a terminar un posgrado en Comercio Exterior y finalizar otros cursos. Después, me desempeñé durante más de 10 años en consultorías económicas, en diversos lugares. Sin embargo, en el fondo, siempre tuve pendiente estudiar y dedicarme a la moda, el diseño y la pintura.
¿Fue así como surgió la idea de crear tu propio negocio?
Ser independiente laboralmente siempre fue mi ambición. Creo que desde pequeña me tracé esa meta, porque mi padre, José Rosa Brítez Portillo, me inculcó la independencia. El momento se dio cuando conocí a mi media naranja (risas) y fue el amor lo que finalmente me introdujo al mundo de la moda, al casarme (más risas).
¿Cómo es eso?
A quien es mi marido desde hace nueve años, Robert, lo conocí mientras estaba fuera del país en busca de una beca para una maestría en Economía. Nuestra primera cita fue un 25 de noviembre y le di el “sí, quiero” en menos de un mes, un 18 de diciembre; estuvimos de novios 23 días. Tras casarnos, regresé a Villarrica y él, en aquel momento, trabajaba en la empresa de sus padres, Aho Po’i Raity SA, que desde 1973 se dedica a la confección y exportación de ao po’i. Durante el primer periodo de casada, recibí varias propuestas de ocupación y trabajé por un tiempo con mis padres en el rubro alimenticio, pero más tarde, mis suegros se jubilaron y Robert me propuso que trabajáramos juntos. Si bien indirectamente ya le daba una mano en el área administrativa, recién desde entonces emprendimos juntos. Conformamos una nueva empresa: AO SA, con la marca AO “Ao Po’i Raity”, y dimos continuidad a la empresa familiar.
Concretamente, ¿qué ofrece la firma AO?
Se trata de un nuevo concepto en la ropa artesanal autóctona paraguaya; es moda nacional que rescata lo natural (algodón 100 %), tradicional y cultural, vinculándola con lo moderno y contemporáneo. Introducimos un valor agregado con el diseño y los bordados especiales, porque nuestro objetivo es innovar. Queremos que la marca represente al país y ofrecer la sensación de que, al vestir AO, estamos orgullosos de nuestra tradición; además de mantener siempre viva nuestra cultura en el país y, a la par, vender nuestra identidad a otros.
¿La idea siempre fue utilizar bordados propios del Paraguay?
El bordado a mano es nuestro mayor valor agregado y, como empresa, nuestra principal meta es seguir esta línea de trabajo y mantener esta cultura; que las familias de la zona continúen con esta tradición de generación en generación.
¿Qué tipo de bordados y textil utilizan en sus diseños?
La mayoría de los insumos son de producción nacional. La tela que usamos es de algodón 100 % y, con respecto a los bordados, algunos de ellos son los tradicionales -que utilizamos en los modelos clásicos de la marca-, mientras que los demás bordados son diseños exclusivos -aplicados en los modelos de colección de temporada-.
AO nació en Villarrica. ¿Cómo se dio su expansión hacia otros lugares del país?
La exportación no solo se extendió hacia la capital del país, sino hacia otros países gracias a nuestros clientes paraguayos que conocen nuestro trabajo y viven en el extranjero. Mucha gente nos ha llamado. Incluso, nos visitó gente interesada en interiorizarse del proceso de confección de las prendas, ya que no asimilan que todo es realizado a mano. El bordado les parece muy perfecto, que es lo que más les atrae, así como la suavidad del algodón.
¿Existe mercado para este tipo de diseños en el Paraguay?
En años anteriores, alrededor del 80 % de la producción era destinado a la exportación. Esto cambió gracias al auge de la confección y el diseño en el Paraguay. En la actualidad, lo nuestro, lo autóctono es sumamente valorado y no solo es empleado para acudir a festivales o concursos de danza, sino también en la cotidianidad. El Paraguay es uno de los mejores mercados en este momento para nuestro producto; el país está recibiendo cada día más turistas y vive un tiempo de expansión. Además, a nivel de exportación contamos con clientes que están abriendo tiendas en el extranjero solo para vender nuestros productos. El mayor desafío a la hora de exportar es la calidad de la que dotamos a nuestras confecciones y el plazo de entrega que acordamos para la misma.
¿Hacia dónde se exporta la marca hoy?
Exportamos a España, que es nuestro principal mercado; Francia, Estados Unidos y Uruguay.
¿Cuál es la meta para este año?
Empresarialmente, nuestro proyecto a corto plazo es inaugurar la primera tienda AO en Asunción. Ahora disponemos de un local propio en Villarrica y tenemos presencia de marca en la tienda asuncena Popurrí & Cía. Por otra parte, comercializamos en la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur) y algunas casas comerciales de Encarnación. Estamos convencidos de que es el momento de expandirnos y llegar a otras ciudades del país, así como a países del extranjero, cuidando siempre la calidad de nuestros productos.
Dedicada de lleno al diseño, la administración y el control de calidad de la marca que encabeza, aún encuentra tiempo para perfeccionarse en el segmento de la moda y perseguir la restauración del apego a nuestra cultura originaria.
Yenni Brítez
Licenciada en Economía por la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción (UCA), está al mando y diseña las creaciones de la marca nacional AO “Aho Po’i Raity”, que a través de sus prendas busca la revalorización de la tradición y cultura guaraní.
Capital del ao po’i
A escasos kilómetros del norte de Villarrica se encuentra la “Capital del ao po’i”, nombre con el que se conoce a la ciudad de Yataity, dedicada a este tejido artesanal de algodón, hecho en telares manuales, y de finísima y apreciada textura.
Con una población aproximada de 7000 habitantes, de los cuales gran parte se dedica a la artesanía y producción de prendas bordadas en ao po’i, la localidad fue fundada en 1851 y conserva a la fecha los aires de un sitio tranquilo, así como esa imagen tan característica de las usanzas paraguayas. Originalmente, las confecciones se destinaban al autoconsumo; con los años, respondieron a la demanda y los bordados artesanales empezaron a aplicarse a tejidos de origen industrial.
Texto Nadia Cano || nadia.cano@abc.com.py
Fotos Gustavo Báez, gentileza